El tiempo en Gijón (España)

Música: E. Grieg y R. Korsakov

Buscar en este blog

viernes, 25 de febrero de 2011

Wernher von Braun: Un pasado oscuro


Por si alguien no conoce la figura de Wernher von Braun les diré que fue el auténtico motor del programa espacial norteamericano. Fue una persona con un gran carisma, y fundamentalmente con unas dotes de liderazgo que entusiasmaría a militares, y arrastraría a políticos y científicos en pos de sus sueños de juventud. Pero no solo esto, sino que en los años sesenta embarcaría a toda la nación norteamericana en una aventura vivida en directo a través de la televisión. Un programa espacial requiere de la participación de miles de personas, de no haber existido von Braun, el programa estadounidense se hubiera llevado a cabo igualmente, pero posiblemente con un retraso de más de diez años.

Wernher von Braun nació en Wirsitz, entonces Alemania, hoy Polonia, el 23 de Marzo de 1912, en el seno de una familia de la nobleza alemana. Desde muy joven sintió un gran interés por la astronomía que derivaría después, a raíz de las lecturas de Julio Verne, en lo que sería su afición a la cohetería y al espacio. Para lograrlo se haría un experto en matemáticas y física, doctorándose en la Universidad de Berlín. Dado que su sueño era viajar a la Luna, pronto comprendió que tal empresa requería de una fuerte financiación con la que no contaba, por ello se alió con el floreciente régimen nazi que le daría todo tipo de facilidades a cambio de la creación de potentes misiles capaces de alcanzar cualquier punto del mundo. De esta manera se crearían los primeros misiles balísticos (“V2”) con los que Alemania bombardearía ciudades como Londres, París o Amberes durante la II Guerra Mundial.

Al finalizar la contienda, Braun junto con otros 116 ingenieros y científicos alemanes, fueron reclutados por el ejército norteamericano, dándoles así un impulso vital al programa militar de misiles y espacial. Como cualquiera que viva media vida en un sitio y la otra en otro, nunca termina encajando plenamente en ninguno de los dos, Wernher von Braun terminó sintiéndose norteamericano, pero este sentir no fue correspondido por todos los ciudadanos, que lo repudiaron constantemente. Su participación directa en la fabricación de V2, y la constancia de que conoció el campo de concentración de Buchenwald y la factoría de Mittelwerk sin mover un solo dedo por evitar las atrocidades que allí se estaban cometiendo, fue algo que no solo le acarreó los odios de un sector de los estadounidenses, sino que le dejó una secuela sicológica que le atormentaría toda la vida.

Recreación cinematográfica de conferencia de Wernher von Braun el el Club Rotario de El Paso, donde es recriminado por sus actuaciones en la II Gerra Mundial.

El pasado de Wernher von Braun fue ampliamente investigado por el FBI sin que nunca pudieran acusarlo formalmente de nada. Pero es cierto que a los Estados Unidos les interesaba enormemente cerrar los ojos y contar con sus conocimientos. También hay que tener en cuenta que fue investigado por el gobierno británico y alemán, los cuales no tenían estos condicionantes, siendo declarado inocente en todos los casos. De igual manera asociaciones de cazadores de nazis como la de Simón Wiesenthal obviaron la figura de Wernher von Braun.

Es el día de hoy que la vida de este personaje, considerado como uno de los más importantes de la historia del siglo XX, sigue teniendo una gran controversia en los Estados Unidos. Pero habría que analizar su situación bajo la perspectiva de los acontecimientos que se sucedieron aquellos años. Hay que tener en cuenta que su nación estaba en guerra y que la misión que esta le encomendó fue la creación de misiles. Por otro lado, no cabe la menor duda que si hubiera salido en defensa de los prisioneros de los campos de concentración habría salido muy mal parado. De cualquier manera, de no haber colaborado con los nazis otro sería el que lo hubiera hecho, y la historia hubiera sido prácticamente la misma.
Entre Estados Unidos y Wernher von Braun existió siempre una simbiosis de la que ambos se beneficiaron. Siempre estaría muy agradecido a las facilidades que esta nación le dio profesionalmente. Debilitado por un cáncer le fue concedida por el presidente Gerald Ford la Medalla Nacional de la Ciencia, máxima condecoración del gobierno estadounidense a un científico, la cual le hizo llegar su amigo y jefe el teniente coronel Edward Uhl. Emocionado y dirigiéndose a su mujer María le dijo: “¿Verdad que este es un gran país? Vine aquí con todo lo que tenía metido en una caja de cartón, en una situación intermedia entre antiguo enemigo y futuro ciudadano, y me dieron todas las oportunidades de la ciudadanía. Este país me ha tratado tan bien…Y ahora el presidente me concede este alto honor…”
Pero a pesar de su fuerte carácter, aquellos horrorosos años de la Segunda Guerra Mundial le marcaron profundamente, mostrándose siempre en defensa de los derechos humanos, no solo los de sus empleados y amigos, sino apoyando los movimientos en defensa de los derechos civiles de los negros. Su gran amigo Ernest Stühlinger, recordaría como en alguna de sus visitas le preguntaría si creía que había hecho lo correcto al desarrollar armas de guerra con el objetivo de llevar adelante su sueño espacial. Parece ser que esta misma pregunta se la haría a otros de sus muchos amigos en los momentos cercanos a su muerte. Esto nos lleva a pensar que aquellos remordimientos le acompañaron toda la vida.
Pero no solo la creación de armas de muerte le traumatizaría, sino que se sintió profundamente afectado por las atrocidades contempladas en los campos de concentración. En cierta ocasión llegaría a decir: “Años de exposición directa al régimen de Hitler y sus excesos me han enseñado algunas lecciones inolvidables y me han convertido en un sólido opositor a cualquier forma de gobierno que pueda privar a un hombre de su dignidad humana”. Lógicamente cabe pensar que estas palabras pudieran haber sido dichas para lavar su imagen en aquel momento.
Resulta muy complicado valorar la actuación de Wernher von Braun en aquellos difíciles años de guerra. Lo que está muy claro es que su comportamiento fue similar al de miles y tal vez millones de personas, que trataban de salvar sus vidas en aquellos convulsos años de guerra, lo que pasa es que sus vidas no tuvieron la trascendencia que tuvo la suya. Solo el tiempo y la historia pondrán a Wernher von Braun en el sitio que le corresponde.

SEGUIR LEYENDO [+]

viernes, 11 de febrero de 2011

Soyuz 11. El retorno mas triste.


A principios de los años setenta, los soviéticos orientaban la exploración espacial hacia la instalación de estaciones en la órbita terrestre que les permitieran adquirir la experiencia suficiente de cara a misiones futuras de alta envergadura. Para ello el 19 de abril de 1971 lanzaban al espacio la primera estación espacial denominada Salyut 1. En un primer intento por parte de la Soyuz 10 de intentar ocuparla, se tuvo que desistir debido a fallos técnicos en el sistema de acoplamiento. En un nuevo intento con la Soyuz 11, los cosmonautas: Giorgi Dovrovolsky, Viktor Patsayev y Vladislav Volkov, consiguieron entrar en la estación y permanecer en ella un espacio record de 24 días.
Como era habitual en el sistema soviético, las misiones espaciales se programaban de forma ultra secreta, desconociendo la mayoría de las veces hasta sus mismas familias los entresijos de las misiones. Ni siquiera había ocasión para despedirse, puesto que los familiares de los cosmonautas se enteraban de los lanzamientos cuando estos ya estaban en pleno vuelo. Una vez en órbita, las comunicaciones se realizaban a través de grabaciones en cintas magnetofónicas que las esposas e hijos grababan previamente y luego eran enviadas (una vez pasada la censura), uno o dos días después a los cosmonautas. Estos a su vez, grababan sus mensajes mediante una cámara de televisión que eran entregados un tiempo después a sus familiares.
La estancia prolongada en la estación espacial, hizo que comenzaran a producirse los primeros enfrentamientos de convivencia en el espacio, hasta el punto de que el retorno de la misión tuvo que adelantarse unos días. Solo los breves mensajes que recibían de sus familiares servían de relajación a los tres cosmonautas que los últimos días vivían situaciones de una gran tensión.
Es el día de hoy que Marina, la hija mayor de Dobrovolsky, que en aquel entonces contaba con 12 años, aún recuerda lo mucho que echaba de menos a su padre, “Quería que volviera a casa”, aún recuerda con tristeza. Para Patsayev, el deseo de volver a casa era igual de fuerte, en las grabaciones recibidas pudo oir a su hija Svetlana tocarle una canción al piano, luego le describió su trabajo en clase y lo bien que se estaba portando, lo cual le llenó de orgullo. Por su parte Volkov, que había tenido desavenencias con sus compañeros deseaba retornar a tierra cuanto antes. Se llegó a comentar que unos días antes del vuelo de la Soyuz 11, había visitado a un vidente que le predijo que esta sería su última misión espacial. Fuese verdad o mentira lo mejor era volver cuanto antes con su mujer e hijos.
Por fin el 29 de junio de 1971, los tres cosmonautas se acomodaban en la Soyuz para iniciar el viaje de descenso. El primer incidente se produjo cuando al cerrar la escotilla que les separaba de la estación, la luz de seguridad que indicaba el correcto sellado de la capsula no se apagaba, indicando que aún permanecía abierta, lo cual podía producir una descompresión de la Soyuz y una muerte inmediata por asfixia de los tripulantes. Tras varios intentos y pasados más de veinte minutos, por fin consiguieron cerrar la escotilla y que la luz se apagara, añadiendo más tensión a una tripulación con los nervios a flor de piel. Siguiendo los protocolos pertinentes, pasados unos minutos, ambas naves se separaron y la Soyuz encendió los retrocohetes que la harían poco a poco comenzar el descenso de retorno.
Una vez frenada la nave y con el camino de retorno ya trazado, los módulos de servicio y orbital se separaban del de descenso mediante explosiones pirotécnicas que arrancaban los anclajes que las unían. En este momento comenzó a oírse un silbido similar al de una olla a presión, era evidente que la capsula se estaba descomprimiendo. El silbido les entraba por los micrófonos y les salía por los auriculares, dificultando así su localización. Rápidamente Dobrovolsky quitó su cinturón de seguridad y se abalanzó sobre la escotilla, pensando que ésta aún no estaba bien cerrada. Volkov y Patsayev también desabrocharon sus cinturones intentando localizar el lugar por donde se estaba descomprimiendo la capsula. El problema lo encontraron en una válvula alojada bajo el asiento de Dobrovolsky, trataron de cerrarla de forma manual, pero ya era demasiado tarde. Los cosmonautas empezaban a perder el raciocinio, unos segundos después perdían el conocimiento y un par de minutos después habían muerto. La muerte de los tres cosmonautas se había producido no solo por asfixia, sino también por el estallido de los vasos y órganos internos ante la ausencia de presión exterior. Resulta curioso, pero debido al nerviosismo, los cosmonautas no tuvieron la simple ocurrencia de tapar con un dedo la válvula mientras procedían a cerrarla manualmente.
La nave Soyuz continuó su descenso de forma automática, abriendo su paracaídas y encendiéndose los retrocohetes al contacto con el suelo. Durante estos trágicos momentos no se habían mantenido conversaciones con los cosmonautas debido a encontrarse la nave fuera de la cobertura radiofónica que en aquel entonces no alcanzaba la totalidad de la órbita terrestre, mas tarde también se entraba en la zona de pérdida de comunicaciones por la reentrada, con lo que el control de tierra no tuvo constancia de lo que estaba ocurriendo. Una vez la capsula tocó tierra, los controladores empezaron a sentir que algo no iba bien, debido al silencio en las comunicaciones. Poco después llegaban los equipos de rescate, y cuando abrieron la escotilla encontraron a los tres hombres muertos.
La causa oficial del accidente informa sobre la apertura de una válvula en el momento de la separación con el módulo orbital, que produjo la descompresión de la Soyuz. Durante los dos años siguientes, los soviéticos llevaron a cabo un importante rediseño de la nave Soyuz, limitando las tripulaciones a dos hombres y utilizando trajes espaciales en las maniobras de ascenso y descenso.
Muy lentamente el aperturismo estaba llegando a la Unión Soviética y ya resultó muy difícil ocultar el accidente, como lo habían hecho en otras ocasiones, por lo que resultó aún más doloroso debido a la trascendencia pública que tuvo. Los tres cosmonautas recibieron sepultura en la Plaza Roja con todos los honores.
Para las esposas y los hijos de los cosmonautas sus vidas cambiaron por completo. Marina Dobrovolsky recuerda al Historiador Robert Zimmerman: “Toda nuestra vida cambió…, antes mi infancia era luminosa y feliz , después todo fue oscuridad y tragedia…” El fracaso de la misión hizo que muchos de los participantes del programa espacial se sintieran avergonzados, y en consecuencia, las familias de los fallecidos fueron abandonadas por los amigos e ignoradas por la pequeña y cerrada comunidad espacial en la que vivían. Algunas de las esposas no pudieron llegar a superar la pérdida y el abandono. Como diría la hija de Dobrovolsky: “Mi madre murió de tristeza…”.

SEGUIR LEYENDO [+]